Hace tiempo, tocó a la puerta de
mi oficina un señor de edad madura, buscando algunos apoyos que estaba en mis
manos brindar. Al final de verificar sus asuntos, me dijo “no hace mucho, yo
fui candidato a Alcalde de Monterrey por el PAN”. –Ah, no me diga- fue mi
respuesta con la intención de no continuar el tema, pues tenía algo de prisa.
“Sí, en 1991, yo era el candidato
único a Monterrey, pero me bajaron, no me dejaron ser”. –¿En serio?- “Sí, es un
tema largo, pero lo voy a sintetizar. Canales era presidente del PAN en Nuevo
León, y en una gira de trabajo por Europa, Carlos Salinas de Gortari y él
fueron juntos para verificar algunas inversiones que su empresa acerera tenía
por aquellos rumbos. En el avión, iba también Benjamín Clariond, y le dijo “este
es el bueno para Monterrey, para que lo planchen bien”. Canales, como líder de
la oposición de aquel entonces, era el encargado de designar el candidato del
PAN para Monterrey, y sólo había una persona para registrarse: yo.
Con esa visión, no me admitieron
el registro, y el PAN iba a ir sin candidato, pero para no verse mal,
finalmente designaron a Gerardo Garza Sada, en una campaña para perder. Ya
estaba amarrado desde arriba que su primo debería ganar”.
La historia me pareció curiosa,
pero no inverosímil. Remató diciendo “ahorita se quejan de que el PAN tiene
dueños, pero la verdad es que siempre los ha tenido. En los ochenta era Luis J.
Prieto y Luis Santos, en los noventa eran Coco y Canales, y ahorita se quejan
de lo mismo que ellos hicieron. Siempre los hay, siempre los ha habido, así es
la naturaleza del poder. El poder no se delega”.
Era un tema interesante, pero no era el momento, así que quedó de invitarme un café para abundar en el tema.
Hoy en día, el reto de nosotros
los militantes del PAN, es pasar de una “democracia corporativa”, al voto
libre. Votar internamente sin ataduras, a conciencia, y voluntariamente, nos
brindará un panorama más amplio, más democrático, con adecuadas expectativas de
gobernanza partidista, y hacia las elecciones constitucionales.
Cada cierto tiempo, el PAN
atraviesa por algunas crisis. En 1976 no hubo candidato a la Presidencia de
México por falta de acuerdos internos; en los ochentas e inicios de los
noventas se hablaba de las “concertacesiones”; a finales de los noventas, las
expulsiones de prominentes miembros, y finalmente las derrotas de 2003, 2009, y
2015.
Debemos atender a nuestra
historia, y tomar las crisis como parte misma del acontecer político de
nuestro partido. Sin embargo, habrá que responder a las demandas de la ciudadanía, y
aprender de este nuevo mensaje que en Nuevo León dieron al votar por una “tercera
vía”. Acerquemos el PAN a la ciudadanía, o corremos el riesgo de, al estar
lejos de ellos, nos alejemos también de sus necesidades.
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